domingo, 5 de febrero de 2012

El mágico efecto del elogio


Los seres humanos necesitan que los alienten.

Sentir la calidez de la aprobación, aumenta la confianza en sí mismo.

En la persona cuya autoestima se ha elevado, se obra una especie de milagro.
Repentinamente le caen mejor los demás y se hace más amable y solidaria, con quienes le rodean.

El elogio, también contribuye a suavizar los inevitables roces de la convivencia cotidiana.
Una buena y saludable vida familiar se nutre de ellos.

Los niños, en especial, están deseosos de reconocimiento y aprecio.


El elogio hace que la gente, de lo mejor de sí, pero quien lo da siente también la satisfacción
de haber creado en el otro un especial estado de ánimo, de la misma manera como "...

"las flores dejan siempre parte de su fragancia en la mano de quien las ofrece".

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